Thinking about identities

LONDRES 2

Sol Colmenares

Hoy es uno de esos días en los que a uno no le queda más remedio que hacer todo llorando. Debí presentirlo en el despertar agitado precedido por la inmovilidad que se repite cada vez más en mis pesadillas y que fue causada esta vez por una rata enorme que colgaba de mi cara. Después fue el mar frío: una maratónica jornada a nado y una absurda taza de café con una vieja decrépita que no conozco y que espero francamente que no sea yo en el futuro. Debí…pero no lo hice. Sólo me vine a dar cuenta después de la ducha y el café y el jugo de tomate que me recomendó la mamá de Angélica y que está funcionando maravillosamente para aliviar la cistitis.
Después de esa absurda comunión matutina de cereal con yogur espeso –que es la consistencia que tiene el yogur en el primer mundo-, café instantáneo y jugo de tomate enlatado, empezó a configurarse la fatalidad. Jugando al teléfono roto con operadoras virtuales y después de innumerables unos y ceros y doses y asteriscos, enfrento una vez más mi destino sudaca, tercermundista, posible terrorista porque tal como se fractaliza el mundo en nuestras sociedades post-contemporáneas y pese a todos los discursos políticos y no que hacen un llamado a la tolerancia y a la interculturalidad, prueba uno amargamente que no basta con que vos y yo nos queramos tanto. Obras son amores y no buenas razones. Y aquí voy entonces, camino al zoo, en el carro de Robert, dejando que las lágrimas salgan gordas y estropeen las páginas de rayuela, que mejor/peor compañía me podía haber escogido para hoy. Rob no sabe qué hacer con mis lágrimas pero acierta a pasarme este papelito que dice customer copy leicester forest east(south)motorway please debit my account with the total amount (imaginate uno pidiendo el favor de que tengan a bien sus mercedes la bondad de sacar esta platica de mi cuenta) y al que ya no le queda sino un espaciecito en blanco y por eso voy a tener que empezar a escribir muy chiquito. Robert no tiene más papelitos pero la inspiración no le llega a uno todos los días, no señor. Así que tendremos que hacer uso del siempre utilísimo papel higiénico. Mirá vos que mañosa la inspiración. No más encuentro el papel higiénico y ya me entran ganas es de empezar a escribir bobadas. Ya. En fin. Creo que lo único que me faltaba era mencionar a Chirico y recordar aquello de que en las lágrimas tuyas esta todo el terror y a Borges de paso.
Y ahora sí, ya casi voy a tener que parar porque necesito el cuadrito de papel que queda para limpiarme los mocos porque ya estoy llorando otra vez pensando en que no voy a estar de tu lado el 8 de enero y que aquello de voy a estar con vos de corazón no es sino pura mierda porque lo que uno a veces (muchas) realmente necesita es un abrazo ultra concreto y una mirada tangible y una mano al alcance de la mano. ¿Sí o no?